Durante décadas, el sol ha sido símbolo de vida, vacaciones y alegría. Sin embargo, en la práctica médica, se ha convertido en el enemigo silencioso de quienes ignoraron su poder destructivo, lo preocupante no es solo la radiación ultravioleta, sino la actitud de una población que sigue sin entender el impacto del cáncer de piel.
A pesar de las campañas informativas, aún persiste la falsa creencia de que el protector solar solo se necesita para la playa. ¿Por qué cuesta tanto comprender que la ciudad, el campo y el tráfico también son escenarios de exposición? El dermatólogo José Miguel Duarte lo expresa con contundencia “el sol deja una carga de radiación diaria que se acumula durante años; un día, el cuerpo colapsa”.
El problema no radica en la falta de conocimiento, sino en la resistencia a modificar hábitos, a las personas les cuesta protegerse porque asocian el cuidado con la vanidad, no con la salud. En ese contexto, usar sombrero o manga larga parece ridículo, mientras seguir tomando sol sin filtro se percibe como normal. El dermatólogo Duarte enfatizó “es hora de dejar de subestimar al sol, no hacerlo nos convierte en cómplices de nuestra propia tragedia cutánea. Prevenir no es solo ponerse crema, es cambiar de mentalidad”